28 febrero 2007

El aspecto temporal


Todos tenemos un tiempo límite para cerrar las negociaciones, aunque éste se encuentre muy lejos. En general, tendemos a ser más conscientes de nuestro tiempo límite que el de la otra persona. Este hecho induce a menospreciar nuestro poder y sobreestimar el del otro.
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A este respecto siempre es interesarse plantearse:
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- ¿Cuál es el límite de tiempo de la otra parte?

- ¿Qué plazo de tiempo me he impuesto (o me han impuesto)?

- ¿Pueden cambiarse esos plazos que me he (o me han) impuesto?
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Resulta obvio señalar que negociar con la presión del tiempo no es recomendable.

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